martes, 19 de noviembre de 2013


La abuela y su cuento del mes
Saltaba Laurentina por su camino mágico, ese que  inventa cada uno en la niñez. Caminaba muy alegre porque era el día del  cuento del mes.
Su abuela vendría a verla y como ya era tradición, le leería un bello cuento, de esos de aventura y amor. Caminaba Laurentina feliz y sin temor.
Los cuentos la transportaban por paisajes verde agua y de flores azules. En su mente navegaban piratas y caballeros, princesas, hadas y bufones. Las historias siempre distintas, de esas con muchas espadas y corazones.
Sentadita en su cama y con las manos entrelazadas, Laurentina  muy contenta esperaba y esperaba.
De pronto sintió la puerta y escuchhó pasos que se acercaban,  el olor dulce a ciruela de su abuela , a su nariz, ya llegaba.

Por fin te encuentro pequeñita, fue el saludo cariñoso, Laurentina contenía el aire para que su alma no se escapara por el inmenso gozo.
Léeme, léeme, le dijo con entusiasmo y la abuela con una sonrisa sacó un bello libro de su maletín dorado.
Erase una vez, comenzó a leer la anciana, con la voz  suave y entrecortada. Llenitas de magia y amor las palabras danzaban en el aire como juguetonas y alegres hadas.

Laurentina recorría el paisaje imaginario, conversaba con los personajes y  mantenía los ojos  muy cerrados.

 De pronto, sin saber cómo, todo de esfumó, y dos horas más tarde, en los brazos de su abuela despertó, ¿tuviste lindos sueños?, la anciana le preguntó, la niña la miró y con una enorme sonrisa, le contestó -los mejores abuelita-  un beso gordo en su mejilla le regaló.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Cuando un sobrino está por nacer.....no cabe más que escribir acerca de él.


LA VOZ

Toc, toc, toca y toca, -quiero salir-, grita -nadie me escucha, por más que trato no puedo salir-  piensa el pequeño ser humano que hace meses escucha sonidos desde adentro y lo único que desea es saber  de quién es esa dulce voz que retumba como un eco.

Ya no cabe en ese espacio, ha crecido tanto que, por más que se estira debe encogerse. Recuerda cuando hace unas semanas atrás podía jugar a sus anchas. Hoy le cuesta incluso dormir.

Parece que la suave voz está nerviosa, lo siente, no sabe cómo, pero puede percibir lo que ella piensa. Es extraño, es como si la conociera de siempre, incluso necesita escucharla diariamente, pero la verdad, no la conoce. Ha estado sólo desde que tiene recuerdos, no sabe quién es, parece que se llama Gaspar, por lo menos es el nombre con que lo llama “la voz”.

Hoy se siente raro, como que está más  apretado, como que el espacio en el que está quiere expulsarlo. El piensa que por un lado se siente muy seguro ahí, pero por otro, necesita urgentemente  estar cerca de la dulce y suave mano que percibe acaricia las paredes  de su encierro.
Ya está…..es la hora, pensó. Cerró sus pequeños ojos y se dejó llevar por el impulso que, como si fuera un pez en el rio, lo llevó fuera de aquel lugar donde ocurrió el milagro.
Hace frio! Gritó al sentir que su piel tocaba el exterior.  Asustado y sin querer abrir sus hinchados ojos lloró fuerte, sin importar nada, pensando sólo en escuchar la voz que tanto anhelaba conocer.
 
Cuando pensaba que todo era un fraude y que estaba sólo en ese extraño y frio lugar, de pronto, sintió el característico sonido que tanto esperaba , al mismo tiempo una suave piel, y un conocido aroma lo cobijaban dulcemente, entregándole la paz y seguridad. Fue en ese momento que supo que había nacido con la misión de recibir y entregar amor a ese ser que,  en el fondo de su pequeñito corazón, sabia lo acompañaría para siempre.
 

 

Cuándo saldrás?, se preguntaba la mujer mientras acariciaba su vientre de nueve meses de embarazo, que con tanto cariño había visto crecer poco a poco.

Quiero conocerte, decía en voz alta, con la esperanza de que la escuchara y reconociera al salir del apretado encierro en que se encontraba.

Ella había tratado de darle lo mejor durante la dulce espera, comió sano, le conversó diariamente, trató de estar tranquila y feliz, para que creciera sano y contento en su interior.

Quiero verlo, pensaba, ¿cómo será?, se preguntaba todos los días y sacaba conclusiones examinando sus rasgos y los de su marido con minuciosidad.

Ansiosa, los últimos días ya no podía estar tranquila. Respiraba profundo, caminaba mucho e intentaba estar ocupada todo el día para bajar la intensidad de sus ganas de tenerlo por fin en los brazos.
 
De pronto, en la noche, lo sintió y de inmediato supo que era la hora. Miró a su esposo y con una enorme sonrisa le dijo que la espera llegaba a su fin. El resto fue un torbellino. Carreras, bolsos, camilla, respiraciones, enfermeras, doctores y en un segundo…..puff, salió.

El agotamiento del parto no fue obstáculo para desear abrazarlo de inmediato, luego de los exámenes de rutina y sintiendo los llantos del pequeño hombrecito que le cambiaría la vida para siempre, por fin, después de tanto tiempo,  lo tuvo en sus brazos. Sintió como el corazón de ambos se apaciguaba y supo, en el fondo de gran corazón, que de ahora en adelante, su principal misión en la vida, era ser la mamá de esa pequeña criatura.
María Angélica Pinochet
Derechos reservados

 

jueves, 4 de julio de 2013

Una poesia para este frío día de invierno


CANTOS

Canto de luna que baja del cielo que llega a mi  alma y abraza mi cuerpo ya descalzo, que calma mis tardes de afán y tareas, dando por fin a mi cuerpo un momento de paz y descanso.


Canto del agua revoltoso y  alegre, que corre con saltos y suave alboroto, refresca el verano, templa el invierno, es vida, es sonrisa, es calmo y violento.


Canto del árbol que mece en sus hojas los nidos de aves que buscan su sombra,  cobijo de amores, recuerdos y juegos que guarda en sus ramas y troncos añejos.


Canto de amor, ese que añoro, que canta mi amado en noches de gozo, notas de cristal que reviven mi cuerpo y regalan la magia de cariño que no ha muerto.


Canto de mar, inmenso y cautivante, de olas furiosas repetitivas y estruendosas, de sal, espuma y fuerza que traen a mi mente, historias de sirenas, caracolas y marinos fuertes.


 Canto de lluvia, que moja mis deberes, que atrasa la salida y desafía al más  valiente, esa que puede convertirse en tormenta que arrasa con todo y provoca hasta a la muerte.


Canto, mi canto que quiere salir, del alma de quien busca sólo hacer sentir, a quien lo escucha el verdadero  vivir  y espera que encuentre en los sentidos del ser amado, abrazo fuerte y un lugar donde ser atesorado.
 
 
María Angélica Pinochet Brito
derechos reservados

jueves, 13 de junio de 2013

DANIEL EL RARO



Daniel tiene cuatro años, es el menor de los hermanos. Eso es MALO Y BUENO. Lo primero porque lo mandan, todos lo mandan, incluso su hermano menos mayor, es algo así como el ASISTENTE de su familia. Lo segundo, porque su mamá lo mima más que al resto y ESO A EL LE GUSTA MUCHO.

EL DICE QUE SU CASA ES UN POCO DE LOCOS. Aunque su mamá no trabaja fuera de la casa, siempre está muy ocupada y su papá, cuando tiene tiempo libre después del trabajo, generalmente tiene un proyecto en mente. Pero Daniel YA ESTA ACOSTUMBRADO y siempre busca un momento para jugar solito y mirar los pajaritos en el jardín. Lo bueno, es que al final del día siempre hay  un poco de tiempo para estar en calma y conversar con tranquilidad….AUNQUE SEA UN RATITO.

Sus compañeros de colegio, LE DICEN QUE ES RARO, sólo porque no juega a la pelota ni a pegarse. El  prefiere mirar como EL VIENTO MUEVE LAS HOJAS  DE LOS ARBOLES durante el recreo. Le gusta ver como las piedras vuelan lejos cuando las patea con fuerza, eso SI es entretenido. Antes le importaba que le dijeran que era raro, ahora YA NO TANTO, porque descubrió que tiene una compañera que también parece que es rara y aunque no hablan mucho, andan juntos en el recreo mirando el cielo y jugando con los insectos. ELLA ES SU UNICA AMIGA.

Otra cosa que le gusta mucho, es que lo ABRACE SU MAMA. Para él,  ese es el MEJOR momento del día, cuando ella lo toma entre sus brazos y lo aprieta contra  su pecho inundándolo con ese intenso olor dulce que tiene su mamá. Su mano le acaricia la cabeza con delicadeza, el piensa que NADA ES MAS SUAVE que esos dedos en su pelo. Daniel siempre le dice a ella en el oído que podría estar así para siempre y aunque sabe que eso es imposible, nunca pierde las esperanzas de que una fuerza extraña los mantenga unidos  PARA SIEMPRE.

sábado, 1 de junio de 2013

:)

La vida es una caja de sorpresas, cuando menos lo esperas, baja desde el cielo una luz que inunda todo el mundo en que te mueves diariamente y cambia en un segundo tu presente y futuro. Es en esos momentos en que te das cuenta de que todo lo que has vivido ha sido con el sólo objetivo de servirte de experiencia para afrontar y seguir cualquier nuevo camino que te entrega la vida.
Hoy quiero agradecer cada una de las personas que han sido parte de mi vida, ya que todos han aportado de una u otra forma en mi historia y me han regalado un poco de las suyas.
Mi familia, mis amigas y amigos, los padres de ellos, mis profesores y todos aquellos que dejaron y siguen dejando una huella imborrable a lo largo de éstos, mis primeros 40 años de vida.
Gracias miles!

viernes, 24 de mayo de 2013

Rayén, es una pequeña mapuche, que por primera vez hará algo que está prohibido y vivirá una aventura que recordará para siempre.


AVENTURA ENTRE PIÑONES

                Rayen, es mapuche y  vive en una comunidad en la cordillera. Es hermana de la lluvia, de los ríos y del viento. Es parte de la Gente de la Tierra.

La araucarias son enormes- le dijo a su papá, mientras recogían la cosecha de piñones que la madre tierra regala año a año. Sí, le respondió, son un regalo y debemos cuidarlas. Ella pensó que le gustaría subir hasta la punta del árbol más alto, desde ahí se debía ver la casa de Nahuel, su primo preferido, de esos que son como hermanos, y que vive al otro lado del valle. Estaba pensando en eso, cuando escuchó a su madre que la llamaba, acto seguido, su perro, el Gueñi, levantó las orejas y juntos fueron corriendo a la ruca, que es la casa donde viven los mapuche; allí  mamá los esperaba con sopaipillas y mate.

Piñones: Fruto de la Araucaria, árbol muy, pero muy alto que crece en el sur, en la Cordillera de los Andes.

Sopaipillas: Masa de harina, levadura, sal, manteca y agua que se fríe en aceite, son redonditas y tienen un hoyito al medio.

Iremos al pueblo -le dijo mamá- y sus palabras fueron como un trueno que resonó en los oídos de Rayén.  A ella no le gustaba salir de casa, era tan distinto el mundo de la ciudad, se sentía invisible cuando estaba en el cemento. A veces, cuando viajaba, jugaba a que nadie la veía, la gente pasaba y no la miraba, era algo así como que no existiera; mamá le decía que la mayoría de los adultos son así, que se olvidan que fueron niños.

Se puso la ropa de salir, cosa que le agradaba, sin embargo, había un grave problema con los zapatos, sus pies no estaban acostumbrados a andar apretados, según Rayen, sus piecitos, al igual que ella, preferían andar descalzos por el bosque.  


Antes de partir, llegó Nahuel y el corazón de la pequeña saltó de alegría. A él tampoco le gustaba ir a la ciudad, por eso miraba enfadado. Antes de subir,  El niño se acercó al oído de su prima y le dijo -Vamos caminando detrás del grupo y nos escondemos en el bosque antes de salir. Rayén estaba indecisa, por un lado sabía que esa idea le traería un enorme castigo, pero Nehuen era su primo mayor y si no obedecía también le traería problemas.

Tal como lo planearon, en cuanto vieron llegar el bus que los llevaría a la ciudad, salieron corriendo al bosque con toda la rapidez que sus pequeñas piernas se lo permitían y sus madres, al ir entretenidas conversando, no se percataron que los niños no habían subido al bus.

Corrieron de la mano por muchos minutos,  sus corazones  palpitaban muy fuerte; por primera vez estaban haciendo algo, que sabían, no era correcto.

Luego de mucho rato se detuvieron, sólo se escuchaba el sonido del río y de las hojas que se mecían con el viento. El olor a humedad de bosque entraba por sus narices sin que nadie lo invitara y la sensación de libertad absoluta recorrió sus cuerpos, haciéndolos sentir felices por un segundo. Se miraron fijamente y Nahuel, con una enorme sonrisa,  hizo que el corazón de Rayén se sintiera tranquilo.

Qué hacemos ahora, le preguntó la pequeña a su primo.  Él se encogió de hombros y respondió –hace calor vamos al rio.  Al tirarse al agua,  Rayén sintió el agua refrescante en su piel. Luego de jugar, se tendieron al sol para secar sus cuerpos y mientras masticaban una ramita de pasto, la niña pensó en su madre y la intranquilidad volvió a su corazón. Quiero volver a casa – dijo fuerte y seria, para que todos los habitantes del bosque escucharan.

Comenzaron a caminar, pero al avanzar, el bosque dejó de ser familiar, avanzaron y nada parecía conocido. Nahuel cantaba, quizás para tranquilizar a la niña, pero ella, sin hablar, pensaba sólo en llegar.

Pasaron las horas y comenzó a oscurecer, la señora luna se asomó como un gran queso amarillo, de esos que hace la Ñaña y al pensar en eso, el hambre se apoderó de su pequeño, pero vacío estómago. Rayén trató de convencerlo de que la comida no era necesaria, pero el muy porfiado no hizo caso y refunfuñaba sin parar. Fue entonces que, sin saber cómo, las lágrimas salieron de los ojos de la pequeña.  Nahuel, que iba a su lado, paró y la abrazó. Sin pensarlo, su corazón se aquietó y las lágrimas pararon.

Ñaña: Así se le les dice a las abuelitas mapuche.

Siguieron su camino, cuando de pronto escucharon una voz que gritaba sus nombres a los lejos, era el papá de Rayen que los buscaba. Corrieron hacia la voz y vieron luces al final del quilanto de adelante -¡por allá!, gritó Nehuen, que en el fondo estaba tan asustado como su pequeña prima, la cual sonrió al llegar frente a su papá. Lo abrazó tan fuerte que creo, por lo rojo que se puso, le faltó el aire. Luego, y pensando que si se soltaba, él la reprendería, sólo escuchó una voz profunda y grave que dijo –jamás vuelvas a hacerlo.

Quilanto: Grupo de Quilas (Bambú chileno), que crecen muy apretaditas, unas al lado de las otras.

Cuando llegaron, por fin, a la ruca, sus madres y hermanos los recibieron con abrazos y sonrisas. Comieron como si no lo hubiesen hecho en semanas y sus estómagos lo agradecieron infinitamente. Rayén estaba feliz y pronto sus ojos comenzaron a pedir descanso, ella sabía cuándo querían dormir, se ponían pesados y porfiados, ya que no podía tenerlos abiertos; luego, mientras estaba  acurrucada en los brazos de su madre, escuchó su dulce voz que le decía –te amo. Una vez dormida, la pequeña soñó con un rio y con Nehuen corriendo por el bosque.

jueves, 16 de mayo de 2013

Iniciando...


Mi niño

El canto de lluvia despierta a mi niño,

el sol ilumina su pelo de trigo,

sus ojos parecen pedazos de cielo,

su risa es el trino de aves en vuelo.

 
La noche lo mece en sus brazos de luna,

mi niño se duerme sin pena ninguna,

los ángeles bajan y velan sus sueños,

tenerlo en mis brazos es una fortuna.

 
Mi niño ya crece, ya juega solito,

salta, corre y brinca con los corderitos,

ya sabe de letras, colores y líneas,

sus conversaciones me llenan de vida.

 
El tiempo ha pasado, ya es joven mi niño,

con ojos de cielo y pelo de trigo,

te quiero mamita, me sigue diciendo,

hay cosas que  nunca las borrará el tiempo.
 
María Angélica Pinochet
Derechos Reservados

Descubriendo el mundo Blogger

Aquí estoy, frente al computador, con la Cote a mi lado (mi profesora en estas artes y principal motivadora) comenzando esta nueva aventura. De a poco iré aprendiendo y compartiendo con todos ustedes mis letras. Soy una aprendiz. Recién estoy descubriendo que tengo alas!! Ustedes serán los testigos de mi vuelo.