Daniel
tiene cuatro años, es el menor de los hermanos. Eso es MALO Y BUENO. Lo primero
porque lo mandan, todos lo mandan,
incluso su hermano menos mayor, es algo así como el ASISTENTE de su familia. Lo
segundo, porque su mamá lo mima más que al resto y ESO A EL LE GUSTA MUCHO.
EL DICE QUE SU CASA ES
UN POCO DE LOCOS. Aunque su mamá no trabaja fuera de la casa, siempre está muy
ocupada y su papá, cuando tiene tiempo libre después del trabajo, generalmente tiene
un proyecto en mente. Pero Daniel YA ESTA ACOSTUMBRADO y siempre busca un
momento para jugar solito y mirar los pajaritos en el jardín. Lo bueno, es que
al final del día siempre hay un poco de tiempo para estar en calma y conversar con tranquilidad….AUNQUE
SEA UN RATITO.
Sus compañeros de colegio, LE DICEN QUE ES RARO, sólo porque no juega a la
pelota ni a pegarse. El prefiere mirar como
EL VIENTO MUEVE LAS HOJAS DE LOS ARBOLES
durante el recreo. Le gusta ver como las piedras vuelan lejos cuando las patea
con fuerza, eso SI es entretenido. Antes le importaba que le dijeran que era raro,
ahora YA NO TANTO, porque descubrió que tiene una compañera que también parece
que es rara y aunque no hablan mucho, andan juntos en el recreo mirando el
cielo y jugando con los insectos. ELLA ES SU UNICA AMIGA.
Otra cosa
que le gusta mucho, es que lo ABRACE SU MAMA. Para él, ese es el MEJOR momento del día, cuando ella lo toma
entre sus brazos y lo aprieta contra su
pecho inundándolo con ese intenso olor dulce que tiene su mamá. Su mano le acaricia la cabeza con
delicadeza, el piensa que NADA ES MAS SUAVE que esos dedos en su pelo. Daniel siempre le dice a ella en el oído que podría
estar así para siempre y aunque sabe que eso es imposible, nunca pierde las
esperanzas de que una fuerza extraña los mantenga unidos PARA SIEMPRE.